La dermatitis atópica puede ser desencadenada por factores genéticos (por ejemplo, predisposición atópica, otras alergias), pero también por el estilo de vida (por ejemplo, alimentos, aero-alérgenos, agentes infecciosos, ropa, estrés emocional) o por factores externos que alteran la barrera cutánea con signos dermatológicos específicos.